Simón Rodríguez y la planificación (primera parte). Alí Ramón Rojas Olaya
Alí
Ramón Rojas Olaya
Docente
investigador FEVP
Rector
de la Universidad Experimental de la Gran Caracas
Introito
En
estos momentos en que Venezuela es epicentro geopolítico del mundo,
razón por la cual nuestra economía está asediada mediante un
bloqueo establecido unilateralmente por Estados Unidos. En estos
momentos de tensión ocasionados por la honda cicatriz de la agresión
contracultural, mediática y psicológica a nuestra espiritualidad
por parte del mayor imperio de la historia. En estos momentos en que
la defensa integral de la Patria recae en el Plan de la Patria con
énfasis en la "p" de producción de los comités locales
de abastecimiento para que podamos llamarlos con exacta pronunciación
de final explosivo Clap y así ser cónsonos con el "Programa de
Recuperación Económica" anunciado por el Presidente Obrero,
Nicolás Maduro Moros. En estos momentos en que libramos una lucha a
muerte interna contra la corrupción porque Simón Bolívar en el
discurso con el que se inaugura el Congreso de Angostura así nos lo
hacer ver: “el talento sin probidad es un azote”. En estos
momentos en que nuestras banderas deben ser la alegría infinita de
nuestro pueblo porque queremos paz: se hace necesario leer individual
y colectivamente el pensamiento de Simón Rodríguez. ¿Por qué?
Porque para lograr satisfactoria y eficientemente el objetivo
nacional 1.7 del Plan de la Patria: “Adecuar el aparato económico
productivo, la infraestructura y los servicios del Estado
incrementando la capacidad de respuesta a las necesidades del pueblo
ante posibles estados de excepción en el marco de la Defensa
Integral de la Nación” es necesario entender que “entre la
independencia y la libertad hay un espacio inmenso que sólo con arte
se puede recorrer”. Rodríguez nos está hablando de un parto, del
alumbramiento más importante de nuestra historia, de la concreción
de la utopía bolivariana, de nuestra espiritualidad que Chávez
define nuestra bolivarianidad cuando tomó posesión el 2 de febrero
de 1999. Rodríguez nos está diciendo que no es lo mismo
independencia que libertad, que entre ambos conceptos hay un espacio
del cual desconocemos si es recto, si tiene subidas y bajadas, si es
anguloso, rocoso. Sólo nos dice que es inmenso y nos habla del
método a emplear que es a su vez una incógnita por despejar: “sólo
con arte” podemos recorrer ese espacio enorme para alcanzar la
libertad. Explica Simón Rodríguez que “el plan es grande, y al
parecer, bien concebido. Para la realización se cuenta con la
fuerza, si la seducción no basta”. Y nos dice que la divisa de las
Repúblicas debe ser la terna “Educación popular, destinación a
ejercicios útiles y aspiración fundada a la propiedad”.
Guerra
imperial contra el pueblo
En
esta guerra híbrida el enemigo ha dicho: “Nuestra tarea es
intensificar el derrocamiento definitivo del chavismo y la expulsión
de su representante; socavar el apoyo popular alentando la
insatisfacción popular y aumentando el proceso de
desestabilización y el desabastecimiento; incrementar la
inestabilidad interna a niveles críticos intensificando la
descapitalización del país, la fuga de capital extranjero y el
deterioro de la moneda nacional mediante la aplicación de nuevas
medidas inflacionarias que incrementen ese deterioro; y obstruir
todas las importaciones y al mismo tiempo desmotivar a los posibles
inversores foráneos” (Almirante Kurt W. Tidd cuando era el Jefe
del Comando Sur el 25 de febrero de 2016). Intensificar tal
derrocamiento es el paso previo de su verdadero propósito: eliminar
a Simón Bolívar y con él todo su legado contra la esclavitud y
contra el imperialismo.
Decálogo
rodrigueano
En
este sentido nos dice Simón Rodríguez: “El hombre de la América
del Sur es Bolívar. Se empeñan sus enemigos en hacerlo odioso o
despreciable, y arrastran la opinión de los que no lo conocen. Si se
les permite desacreditar el modelo, no habrá quien quiera imitarlo;
y si los Directores de las nuevas Repúblicas no imitan a Bolívar,
la causa de la libertad es perdida”.
Los
gringos cuentan con una burguesía parasitaria enquistada en
Venezuela en épocas de entreguismo financiero. Los miembros de esta
casta son definidos por Rodríguez: “los empresarios, meramente
capitalistas, son una ruina manifiesta de la industria, bajo la
apariencia de protección. Nadie tiene derecho para ganar, sino
empleando su trabajo o arriesgando su capital. Hacer frente a una
empresa, contando con el trabajo ajeno, sin comprometer sus
intereses, es la especulación más sencilla, en cuanto a cálculo, y
de ordinario la más fácil, porque cuenta con la miseria del
obrero”.
De
la obra rodrigueana podemos aprehendernos de algunas sentencias que a
su vez son consejos o recomendaciones en un contexto contracultural
que Rodríguez señala: “La sabiduría de la Europa y la
prosperidad de los Estados Unidos son dos enemigos de la libertad de
pensar en América” y “¡el derecho de conquista, de los tiempos
bárbaros, es el que hacen valer las naciones cultas!”. Estas
sentencias forman el siguiente decálogo:
(1)
Si queremos que la revolución política nos traiga verdaderos
bienes, hagamos una revolución económica y empecémosla por los
campos, así notaremos mejoras que nunca habríamos conseguido
empezando por las ciudades.
(2)
Nada importa tanto como el tener pueblo; formarlo debe ser la única
ocupación de los que se apersonan por la causa social.
(3)
Hay que instruir para que haya quien sepa y educar para que haya
quien haga.
(4)
Las necesidades básicas son darle comida al hambriento, posada al
peregrino, vestidos al desnudo, medicinas al enfermo y alegrías al
triste.
(5)
Venzamos la repugnancia de asociarnos para emprender.
(6)
La verdadera utilidad de la creación es hacer que los habitantes se
interesen en la prosperidad de su suelo.
(7)
El producto de la tierra es la mejor hipoteca
(8)
Una confederación de toparquías es el gobierno más perfecto de
cuantos pueda imaginar la mejor política.
(9)
¡Por el espíritu de dominación, con que se honraban los abuelos,
en los tiempos de ignorancia, quieren distinguirse los nietos, en el
siglo de las luces!
(10)
En sociedad cada individuo debe considerarse como un sentimiento, y
han de combinarse los sentimientos para hacer una conciencia social.
En
relación al segundo consejo, dice Ricardo Molina, actual presidente
de la EVP: “hay todo un pueblo empeñado en formarse cada vez
mejor, en estudiar cada vez más a la par de trabajar para hacer
realidad el Plan de la Patria en conjunto”. Por su parte el
Vicepresidente del Consejo de Ministros de Planificación y Ministro
del Poder Popular de Planificación, Ricardo Menéndez, nos hace
entender la oportunidad histórica de este alumbramiento que nace del
cambio sustancial del sistema económico de Venezuela, por primera
vez, en toda su historia, que vislumbran una posibilidad del primer
direccionamiento en concreto de resultados reales, vinculados a la
descolonización de la sociedad venezolana anclado al andamiaje de la
cultura descolonizadora que comprende la seguridad y soberanía
agroalimentaria con ancestrales patrones y hábitos de consumo, de
métodos de gestión de las unidades productivas y de las relaciones
de producción.
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