¿Colombia o Colonia? José Gregorio Linares





José Gregorio Linares. Profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela, profesor investigador de la Escuela Venezolana de Planificación. Responsable Académico de la Universidad Experimental de la Gran Caracas.

Fue Bartolomé De las Casas el primero que empleó el vocablo “Colombia” para designar el Nuevo Mundo (1484-1566). Era un gran admirador de Cristóbal Colón (en italiano Cristoforo Colombo) y pensaba que el continente entero debía llamarse “Colombia”, “Columba” o “Colonia” en homenaje al Almirante. Pero las cosas no salieron como él pensaba: al continente se le comienza a llamar América en honor a Américo Vespucio. ¿Cómo pasó esto?
En 1507 se edita y divulga la “Cosmographiae Introductio”, obra impresa por los monjes del convento Saint- Dié de Lorena (Francia), que incluye un mapa confeccionado por Martin Waldseemüller donde es bautizado el Nuevo Mundo con el nombre de “América”. Esta denominación es producto de las noticias que circulaban en Europa a partir de las  Cartas de Viaje de Américo Vespucio (1454-1512), las cuales  alcanzaron gran difusión y fama.
En ellas Vespucio expresa una verdad no atisbada por Colón: aquellos nuevos territorios no formaban parte de la costa de Asia, sino que constituían un continente entero. Afirma: “Conocemos que aquellas tierras no eran una isla sino un continente”. Y acto seguido insinúa que él es su descubridor: “Yo he descubierto el continente habitado por cantidad de pueblos, animales… en cuatro viajes que hice para descubrir nuevas tierras”.  
En la obra “Cosmographiae Introductio” Waldseemüller le toma la palabra, y sin pensarlo dos veces lanza la audaz invitación de bautizar el nuevo continente con el nombre de “América”. Propone: “En la actualidad tres partes del mundo (Europa, África y Asia) están exploradas por completo, y una cuarta parte fue descubierta por Américo Vespucio. Puesto que Europa, Asia y África  han recibido nombres de mujeres, no veo qué se puede objetar a que la nueva tierra lleve el nombre del hombre sagaz que la descubrió; dándosele por consiguiente, el de América, tierra de Américo”.
Muchos se opusieron a la propuesta, especialmente Bartolomé de las Casas. Le pareció una usurpación el hecho de que el “nuevo continente” en vez de llamarse “Colombia” “Columba” o “Colonia” en honor a Cristóbal Colón (1451- 1506), llevase el nombre de “América” en homenaje a Américo Vespucio (1454- 1512). Se pregunta. “¿Cómo puede Vespucio usurpar el honor y la gloria que corresponden al Adelantado, y atribuirse a sí solo el mérito?”.  Para De las Casas debe llamarse Colombia todo el continente que hoy llamamos América, conocido para entonces como Las Indias. Y colombianos debían ser llamados, por tanto, sus pobladores originarios, “aquellas indianas gentes, pacíficas, humildes y mansas que a nadie ofenden”.
En su libro Brevísima relación de la destrucción de las Indias describe la violencia ejercida por los conquistadores en esta Colombia. Narra “las matanzas y estragos de gentes inocentes y despoblaciones de pueblos, provincias y reinos que en ella se han perpetrado”. Acciones “inicuas, tiránicas y por toda ley natural, divina y humana, condenadas, detestadas y malditas”. Ejecutadas por “muchos insensibles hombres que la codicia y ambición ha hecho degenerar del ser hombres, con las traiciones y maldades que han cometido, despoblando con exquisitas especies de crueldad aquel orbe”.
Todo esto que vengo contando sobre el origen de la palabra Colombia lo conocen, mejor que nosotros, los eruditos intelectuales colombianos de derecha y sus doctos gobernantes. No en balde son los únicos en todo el continente cuyo conquistador, Gonzalo Jiménez de Quesada, era uno de los pocos licenciados, cuando en el resto del continente casi ninguno pasaba de soldado o porquerizo. Saben que solo su país lleva el nombre al que alguna vez aspiró el continente entero: ¡Colombia!
Conocedores del idioma español, preferirían castellanizar la voz “Colombia”, de oscuras reminiscencias italianas, y llamarse abiertamente Colonia… en vez de Colombia. De ese modo podrían asumir sin eufemismos su condición de territorio ocupado, de factoría al servicio de un Estado foráneo, de zona para expoliar los recursos naturales y exportar materia prima barata, de protectorado administrado por representantes de los colonizadores de raza blanca que explotan a la población nativa y reprimen a sus líderes insurgentes, de cabeza de playa contra las naciones vecinas, de sucursal cultural e ideológica, de filial de una gran potencia, de plataforma de bases militares extranjeras; de espacio sin soberanía que le produce estupefacientes al mercado global; en fin, de patio trasero. Así, las cosas se sincerarían: la condición de colonizados les vendría dada por el nombre; su gentilicio sería el de “colonialos” en vez de colombianos, y les sería más fácil ejecutar sus tareas de cipayos. Sí, porque a lo largo de la historia el Estado colombiano se ha comportado como una Colonia. Como decía Gaitán: "Dolorosamente sabemos que en este país el gobierno tiene la metralla homicida para los hijos de la patria, y la temblorosa rodilla en tierra ante el oro norteamericano".
En la Colombia de la élite esta es la regla. Como ocurría en la época cuando Bartolomé De Las Casas proponía que todo el continente se llamara Colombia, hoy en este territorio sus gobernantes hace méritos para que se le llame Colonia: reprime a los nativos para servir a los nuevos conquistadores. Allí, como en toda colonia, se ejecutan “matanzas y estragos de gentes inocentes”, llevadas a cabo por “muchos insensibles hombres que la codicia y ambición ha hecho degenerar del ser hombres, con las traiciones y maldades que han cometido”.
Pero esto no ocurrirá por mucho tiempo. El pueblo colombiano se niega a ser Colonia y reafirma su compromiso con la emancipación y la independencia. Retoma el proyecto enunciado por el Libertador cuando llamó a formar una gran Patria soberana e independiente, que “las potencias extranjeras reconocerán como nación, respetarán por vuestras armas vencedoras, estimarán por la justicia de vuestra causa y admirarán por vuestra consagración a la Patria”.
Caracas, jueves 13 de junio del 2019. 

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