¡Venezolanos, un recuerdo para Carlos Aponte! José Gregorio Linares




José Gregorio Linares. Historiador. Profesor investigador de la FEVP. Trabajador académico de la UBV.


“¡Venezolanos, un recuerdo para Carlos Aponte, que no oigo hablar de él lo suficiente! Carlos Aponte es, nada menos, que un símbolo de la juventud de América en su lucha contra la opresión imperialista. ¡Obreros y estudiantes e intelectuales no tienen más sino que imaginar que en Caracas está, vivo en alientos y en impulsos, el espíritu indomable y el instinto inflexible de liberación de Carlos Aponte, el héroe americano!”. Eso decía en su discurso sobre Carlos Aponte Hernández  el boricua-cubano Pablo de la Torriente Brau (1901-1936) en marzo de 1936. Se propuso escribir su biografía y dar a conocer “su vida, que por lo extraordinaria merece los honores de la inmortalidad”.

Nos legó un avance de lo que hubiese sido esta biografía en distintos artículos de prensa que fueron recogidos en la obra “Carlos Aponte: Un peleador sin tregua”, texto que Fidel Castro catalogó de “libro electrizante que me ha multidimensionado la admiración hacia este gran héroe nuestroamericano, al que deberíamos tener –más en estos días en que la hermana República Bolivariana es atacada económica-mediática e imperialistamente- en primera fila de los luchadores continentales”.

Ahora bien, ¿quién fue este revolucionario, de quien en Venezuela no se oye hablar lo suficiente, a pesar de que en otras naciones se le rinde un justo tributo? Carlos Aponte Hernández (1901-1935), fue un heroico internacionalista venezolano. Luchó contra juan Vicente Gómez bajo la dirección del general Marcial Azuaje, de su hermano Elías Aponte y de Emilio Arévalo Cedeño; fue compañero de luchas de Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena y Antonio Guiteras en Cuba; y coronel del ejército sandinista en Nicaragua dirigido por Augusto C. Sandino. Se enfrentó al el imperialismo yanqui y los “tiranos nativos”  en diferentes partes de Suramérica y el Caribe: Venezuela, Colombia, Cuba, Panamá, México, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Perú, Ecuador y Chile. Murió en combate en Cuba en 1935, al lado del líder cubano Antonio Guiteras.

En Cuba y Nicaragua, buena parte de la gente, revolucionaria o no, conoce su trayectoria. Desafortunadamente, en Venezuela pocos conocen acerca de su vida, su obra y sus ideales. Ninguna avenida o calle, ninguna escuela, liceo o universidad, ningún batallón o cuartel, ninguna institución pública o privada, ninguna plaza o esquina, llevan su nombre. En ninguna parte se le ha levantado un monumento, se le ha erigido una estatua, un busto o por lo menos una placa. Su fecha de nacimiento o muerte pasa inadvertida. Nadie ha propuesto que sus restos sean llevados al Panteón Nacional aunque solo sea simbólicamente. Nadie.

En Caracas donde nació, no se le cuenta entre sus hijos ilustres. En la parroquia la Pastora, (calle norte 10, casa Número 54) donde vivió su adolescencia y juventud, nadie le nombra. Ni siquiera la esquina donde estuvo su casa, lleva su nombre. En el llano venezolano, donde transitó al frente de guerrillas antigomecistas, el polvo de la desmemoria borró sus huellas.

Ni siquiera la mayoría de los revolucionarios están familiarizados con este personaje. Los militantes que le conocieron, solo eventualmente lo nombran en sus escritos o en sus discursos. Las nuevas generaciones de revolucionarios prácticamente no lo conocen, por tanto no le mencionan ni le emulan. Entre los partidos de izquierda su nombre aparece oculto como el de muchos, entre las montañas de homenajes dedicados a otros socialistas de más custodiada memoria, porque también en la izquierda hay personajes de primera y de segunda.

La academia de orientación progresista ha hecho poco por visibilizar a esta figura cimera en las luchas antimperialistas suramericanas. En nuestro país, en los niveles de pregrado, maestría y doctorado, aun no se ha escrito una sola tesis centrada en este personaje. Ninguno de nuestros investigadores ha escogido este personaje como tema para sus investigaciones. En las revistas arbitradas y en los centros de investigación en ciencias sociales escasamente es nombrado Carlos Aponte Hernández. En Cuba y en Nicaragua, se le ha hecho un poco más de justicia, mas en nuestro país no oímos hablar de él lo suficiente.

La historiografía oficial de la oligarquía y el imperio no está interesada en destacar la figura de un venezolano revolucionario e internacionalista como éste, ni siquiera en anatematizarla: el silencio y el olvido  han sido sus armas. Los corifeos de una izquierda desmemoriada han hecho poco por exaltar “su vida, que por lo extraordinaria merece los honores de la inmortalidad”. De modo que en este caso la “amnesia histórica”, tan común en los pueblos neocoloniales, se extendió hasta borrar casi todo vestigio.

Venezolanos, ha llegado la hora de hacer justicia. Propongo que desde el alto gobierno bolivariano, y contando con el apoyo del Poder Popular, las universidades, los museos, el Centro Nacional de Historia Insurgente, la Oficina del Cronista de Caracas, las embajadas y las fuerzas revolucionarias venezolanas (partidistas, civiles y militares), desarrollemos una campaña para investigar y difundir el pensamiento y la obra de este gran luchador antiimperialista al que deberíamos tener –más en estos días en que nuestra Venezuela Bolivariana es atacada económica-mediática e imperialistamente- en la primera fila de los luchadores continentales. Para que en Venezuela, cuando más lo necesitamos, renazca, vivo en alientos e impulsos, el espíritu indomable y el instinto inflexible de liberación de Carlos Aponte, el héroe americano.
Caracas, 15 de agosto de 2019

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