Julio Londoño, un proyectil de largo alcance. José Gregorio Linares

José Gregorio Linares: Profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela. Profesor Investigador de la Escuela Venezolana de Planificación. 

El investigador y militar colombiano Julio Londoño Londoño (1901 - 1980) fue uno de los pioneros de la ciencia de la geopolítica en Latinoamérica y Colombia. Tuvo clara conciencia de la importancia de la Historia, la Geografía y la Geopolítica como armas ideológicas en las luchas internas y los conflictos internacionales. 

Por ello como Presidente de la Academia Colombiana de Historia impulsó activamente un proyecto destinado a reescribir la historia de Colombia desde la perspectiva de las oligarquías: La Historia Extensa de Colombia. Son más de cuarenta volúmenes encargados por el Estado colombiano en octubre de 1948, después del asesinato de Gaitán, a importantes historiadores, coordinados por el especialista Luis Martínez Delgado. “No es la obra de un solo hombre, ni podría serlo”, explica la corporación de historiadores.

Para la ejecución del proyecto, el gobierno de Colombia destinó la suma de ciento cincuenta mil pesos ($ 150.000), pagaderos en tres anualidades a la Academia Colombiana de Historia. Desde el inicio Londoño contribuyó activamente a “gestionar la inclusión en el presupuesto y obtener el pago de las sumas con que el Estado contribuye a la publicación de la Historia extensa; a seleccionar los colaboradores de la misma; asegurarles, por medio de contratos, su remuneración; a gestionar, primero en el exterior, y, luego, dentro del país, la publicación de ella; a divulgar el plan general de la obra y sus proyecciones en la vida colombiana”. El Estado contrató, además, los servicios de una de las más grandes editoriales, que “cuenta con agencias de distribución en el exterior”.

Uno de los currículos ocultos de este proyecto historiográfico es minimizar o desvirtuar la acción del pueblo en las pasadas luchas nacionales. Se propone propagar una especie de letargo entre la población para que no adquiera conciencia de clase y no asuma el rol histórico que le corresponde como protagonista en el proceso de empoderamiento y emancipación nacional. El otro es satanizar a las naciones o pueblos vecinos y minusvalorizar los lazos que han forjado con Colombia a lo largo del proceso histórico. Los dardos van dirigidos sobre todo contra Venezuela y los venezolanos. En virtud de que la visión de la historia de los hechos pasados condiciona las actuaciones en el presente, se prepara así a la población civil y las fuerzas armadas para una eventual conflagración bélica con alguna de las naciones colindantes, especialmente con Venezuela, país con el que comparte buena parte de su frontera.

Londoño también fue miembro de número de la Sociedad Geográfica de Colombia. Obras como “La Influencia de la Geografía en la Historia de Colombia” e “Integración del territorio colombiano”, son material de obligatoria consulta por parte de los intelectuales y militares de su país Como geógrafo sus aportes van dirigidos a establecer el potencial económico que la geografía le ha deparado a la élite colombiana para alcanzar el máximo aprovechamiento de los recursos de que dispone en su territorio. Su propósito es convertir Colombia en una subpotencia en la región suramericana.

No obstante, plantea que dicha subpotencia debe estar subordinada a Estados Unidos, porque “a medida que los Estados Unidos fueron creciendo, nuestra cultura se fue haciendo cada vez más americana. La influencia de Washington llega hasta nosotros de una manera poderosa. Y hay que aceptar este hecho geográfico que en lo político condiciona muchas de nuestras iniciativas”.

Pero el fuerte de Londoño es la geopolítica, disciplina que estudia la mejor manera de aprovechar  la influencia que puede ejercer el espacio geográfico para ampliar la esfera de poder político en el campo internacional. Entre sus obras en esta materia destacan: “Geopolítica de Colombia” (1949), “Nueva geopolítica de Colombia” (1966), “Geopolítica de Suramérica” (1977), entre otras. Uno de sus admiradores subraya que  “como geopolítico, en Latinoamérica compartió honores al lado de Mario Travassos, Carlos de Meira Mattos, Therezina de Castro, del Brasil; Juan Guglialmelli de Argentina y Augusto Pinochet de Chile”.

Londoño sostiene que Colombia debe convertirse en una prolongación geopolítica de Norteamérica, que es “la de mayor eficacia para el trabajo material e intelectual”, y asumir el control de Suramérica, “zona que de ninguna manera presenta las mejores condiciones para el desarrollo de la cultura y la civilización”. Para alcanzar este objetivo “civilizador”  la élite gobernante  de Colombia debe superar una limitación mental: “Carecemos del sentido de imperio. No existe en Colombia un sentimiento imperialista”,

En relación con las naciones colindantes con Colombia, Londoño sostiene “la necesidad de mantener amistosas relaciones con todos sus vecinos pero evitando que entre ellos se forme un anillo unificado”. Ve en cualquier forma de unión entre países vecinos “un hostil cerco de hierro” que se cierne sobre Colombia “para estrangular su comercio, neutralizar su actividad política, o anular diversos intentos de mejoramiento en materia internacional”. En consecuencia, Londoño asume que cualquier forma de integración suramericana constituye un peligro para los propósitos subimperiales de Colombia. Y en el caso de Venezuela, de sus postulados se desprende que debe hacerse todo lo posible para evitar que entre las naciones vecinas y nosotros se fomente un clima de concordia y se establezcan alianzas, pues ve en todo esto “un hostil cerco de hierro”.

Además, Londoño no puede ocultar su molestia por la privilegiada posición territorial de Venezuela. Advierte: “la morfología de la cordillera está dispuesta de tan afortunada manera que forma una serie de grandes cuencas: Maracaibo, Valencia, Caracas, cada una con su puerto sobre el mar. Además, las grandes llanuras del Orinoco, que quedan detrás de la cordillera, tienen dos amplias salidas al Caribe: la de Barcelona y la del mismo río. Así Venezuela viene a ser una de las principales naciones marítimas del continente suramericano y en este sentido, gran potencia naval de un próximo futuro”.

Ahora bien, desde hace más de medio la obra de Londoño es de obligatoria consulta por parte de la oligarquía colombiana. Ha formado una Escuela que es apoyada y subvencionada por el Estado y el capital privado. Sus juicios los repiten en los centros de educación superior colombianos. Desde allí este “conocimiento” se derrama como aceite a los niveles inferiores de la enseñanza y se expande a toda la sociedad. Nadie escapa de ser embadurnado. Incluso los descendientes de Julio Londoño, entre los que hay cancilleres, diplomáticos, militares e influyentes hombres de Estado, han desarrollado sus premisas al punto de que uno de ellos propone en su tesis doctoral “la Invasión silenciosa contra Venezuela”.  De este modo se ha ido conformando en importantes sectores de la población colombiana una actitud guerrerista,  un “sentimiento imperialista”,  y ahora “la influencia de Washington es más poderosa”.

En la actualidad, con todo este bagaje ideológico, el gobierno de Colombia se lanza contra Venezuela y su pueblo, con la misma saña con que históricamente lo ha hecho contra el pueblo colombiano. La Historia, la geografía y la geopolítica componen el arsenal teórico de alto nivel con que se dispone a justificar la embestida contra nuestro país. Porque no es posible impulsar un pueblo a una guerra si no se le ha convencido previamente con argumentos y se le han atizado sus emociones.  En esto la doctrina juega un papel estratégico. Se convierte en proyectil de largo alcance y de amplio espectro. Y éste que hoy arrojan desde el otro lado de la frontera nos lo lanzó la oligarquía yanqui-colombiana y Julio Londoño hace más de medio siglo. Y pensar que la inversión inicial para la construcción de este artefacto ideológico fue de apenas de ciento cincuenta mil pesos ($ 150.000), pagaderos en tres anualidades… a la Academia Colombiana de la Historia.

Me pregunto: ¿qué estaba haciendo el gobierno venezolano  de entonces con el dinero de la nación? ¿Sembraba conciencias? ¿No sabía que teníamos que desarrollar los fundamentos teóricos de la doctrina bolivariana de defensa integral de la Patria?, ¿Olvidaba que la investigación y la docencia requieren apoyo, financiamiento y divulgación?, ¿Desconocía que la noción de nacionalidad no se conforma de la noche a la mañana y de manera espontánea?, ¿le era muy difícil usar parte de la renta petrolera en conformar un equipo nacionalista de científicos sociales y humanistas comprometidos con el porvenir de Venezuela? ¿Ignoraba que la investigación en los campos de la Historia, la geografía y la geopolítica son también asuntos de Estado? Finalmente: ¿Ignoraba que toda omisión teórica genera consecuencias políticas?, ¿No sabía que la intelectualidad también desempeña un rol fundamental en los procesos históricos a largo plazo?
Miercoles 11 de septiembre de 2019

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