Una visión del socialismo bolivariano. Iraida Vargas Arenas y Mario Sanoja Obediente

Mario Sanoja Obediente Dr. en Antropología U.C.V.
Iraida Vargas Arenas Dra. Cum Laude en Historia. Universidad Complutense. Madrid.
Profesores de la Escuela Venezolana de Planificación

Hemos llegado a un momento crucial en la historia de nuestra Revolución donde creemos que es necesario dar un debate filosófico y político entre las y los chavistas revolucionarios sobre el rumbo de nuestro proceso luego de la desaparición física del Comandante Chávez. Su pérdida ha permitido que se haya desatado contra Venezuela una cruel ofensiva económica, política y cultural por parte del imperio y sus grupos traidores que anidan en la burguesía venezolana; simultáneamente, hay otra ofensiva suscitada desde el interior del proceso, vinculada en parte a sectores de la vieja izquierda universitaria venezolana, hoy día, a la derecha de la Revolución, que juegan a descalificar la condición obrera de nuestro Presidente para poner en tela de juicio su demostrada capacidad intelectual y política para asumir el mando del proceso bolivariano.
La definición de un modo de vida socialista bolivariano en el siglo XXI, si bien se apoya en la teoría sustantiva formulada por los clásicos del marxismo, refiere a un proceso que debe dar respuesta a las condiciones sociohistóricas de cada sociedad concreta. La construcción de una teoría particular sobre nuestro socialismo, como es el socialismo chavista, debe asumir como un requisito teórico necesario conocer y estudiar la historia social de Venezuela, las variadas experiencias de vida de los colectivos humanos en el pasado y en el presente, las luchas sociales que han conducido hasta la Revolución Bolivariana y la transformación del Bravo Pueblo en un Pueblo Sujeto revolucionario. Como dijeron Marx y Engels en la Ideología Alemana, se trata de... “mantenerse siempre sobre el terreno histórico real, de no explicar la práctica partiendo de la idea...” .

El socialismo comunal
La rebelión de los movimientos sociales como el bolivariano ha convertido a las y los intelectuales tanto de la vieja izquierda como de la Nueva Derecha venezolana, acomodados a la molicie del autoritarismo de la IVa. República, en una nota al pié de página de la historia de la sociedad comunitaria socialista que está comenzando a estructurarse. Dejémosles pues, consumirse en paz, cual solitaria vela de un santo de pueblo.
Para los políticos de la vieja izquierda venezolana, la política (como dice Monederos que dijo Groucho Marx) es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.
Carlos Marx nunca construyó una teoría de la transición hacia el comunismo. Como buen filósofo, esa tarea se la dejó a los revolucionarios que tuvieron la audacia de aplicar en la práctica concreta sus tesis revolucionarias. Aquellos revolucionarios audaces, como fue el caso de Lenin y de Hugo Chávez, no se limitaron a interpretar el pensamiento marxista, por el contrario aportaron enormes conocimientos a esa teoría de la transición socialista que, en todos los casos, está determinada por el contexto concreto, sociohistórico y cultural en donde viven los pueblos que se alzan en revolución contra el capitalismo.
Una de las determinantes de la Revolución Bolivariana es, a nuestro juicio, la construcción del poder popular que se objetiva en la sociedad comunal socialista. La economía y las finanzas y su subproducto el rentismo petrolero son en Venezuela parte del problema, no la solución. Lo vimos particularmente en la presente coyuntura, cuando la derecha quiso convertir el fracaso personal del ministro Giordani en la conducción de las finanzas públicas, en el fracaso de la Revolución Bolivariana. Se trataría más bien del fracaso de aquella vieja izquierda venezolana aferrada a los dogmas economicistas del socialismo real. Como dijo Ludovico Silva, si los loros fuesen marxistas, serían marxistas ortodoxos.
El fundamento del socialismo venezolano reside en lograr una restructuración desde abajo, de las relaciones de producción y de las fuerzas productivas que conforman la solución al problema, el cual necesariamente debe pasar por varias fases:
1) Mejoramiento de las condiciones materiales de vida de la población venezolana a través de medidas que, como decía Engels, regulen la propiedad privada, garanticen la existencia del poder popular y permitan crear las condiciones de vida. necesarias para dar el salto cualitativo hacia una nueva formación social Las misiones sociales creadas por el Comandante Chávez, en actual proceso de énfasis y ampliación, son evidencia palpable de lo anterior.

Cartografía del espacio territorial revolucionario
La Revolución Bolivariana, necesitará producir una cartografía, un nuevo mapa del espacio territorial venezolano donde se muestre gráficamente la ubicación espacial de las diversas variables fundamentales del poder popular, los consejos comunales y las comunas, integradas con redes socioproductivas y socioculturales de salud, vivienda y hábitat generadas a través de las distintas misiones. Ello permitiría articular la cadena de valor de las materias primas y servicios, diversificando la producción para satisfacer las necesidades económicas y sociales de la población. De esta manera, se mostraría visualmente a las venezolanas y venezolanos cómo efectivamente funcionan aquellas redes socioculturales y socioproductivas transversales como un hinterland que circunscribirá los centros urbanos, estimulando la circulación, la distribución y el consumo de bienes y valores. Servirá para mostrar en planta el nuevo mapa del territorio socialista generado por la acción combinada de las diversas misiones.

El protagonismo del poder popular
Que el poder popular sea protagonista no quiere decir que esté solamente presente, sino presente y participando activamente en el diseño y la toma de decisiones políticas, así como en su ejecución. Es evidente a este respecto que propuestas como las consultas a toda la población organizada sobre las rectificaciones a las políticas revolucionarias aplicadas hasta ahora y que deben ser emprendidas, tal como las que ha convocado en diversas ocasiones el Presidente Maduro; ello le confiere visibilidad y protagonismo al movimiento comunal venezolano, señalando la capacidad de los consejos comunales y de las comunas para participar tanto en la ejecución de obras como en la tarea de supervisar y dar seguimiento de manera convincente, al destino de la acción y la inversión gubernamental en políticas sociales.

En relación a aquel llamado al poder popular para protagonizar, podemos decir -como anotaba Mészáros- que el trabajo humano como actividad productiva es la condición absoluta del proceso de reproducción social, de modo que aquel cambio histórico tiene que ir más allá del capital como modo de control metabólico social para superar radicalmente la subordinación estructural jerárquica del trabajo a cualquier otra fuerza controladora extraeconómica, con la finalidad de cambiar la forma histórica específica en las que se ha producido, hasta ahora, la extracción y la apropiación del plustrabajo en la sociedad capitalista venezolana.
El capital está todavía profundamente incrustado en todas las áreas de la cultura y la sociedad venezolana, por lo cual, si bien ha sido y es capaz de dominar e intervenir a su favor el proceso de reproducción social, se revela incapaz para resolver los problemas y contradicciones que crea su accionar sobre la sociedad. Abolir o al menos neutralizar las instituciones específicas que sostienen la hegemonía del capital, debe ser, es el primer paso revolucionario hacia la construcción de un nuevo bloque histórico de poder socialista representado por la sociedad y el Estado comunal socialista. Ello será posible si se construyen y amplían las redes socioproductivas comunales no capitalistas, particularmente aquellas vinculadas específicamente con la producción, la distribución, el cambio y el consumo de bienes y servicios de uso cotidiano.

La nueva geometría del poder: comunas y consejos comunales

La mayoría de los gobiernos de la llamada ola progresista latinoamericana, eran de carácter esencialmente político, cambiaban a los representantes del capital que ejercían el dominio sobre la sociedad, pero dejaban a la inmensa mayoría del pueblo en su posición de subordinación estructural al poder burgués. En la revolución comunal socialista bolivariana, el poder popular, que según el artículo 5° de la Constitución Bolivariana reside intransferiblemente en el pueblo, debe tener un carácter constituyente, de revolución permanente; la transformación social no puede quedar restringida a los cuadros políticos que ejercen el dominio político.
El espacio es la construcción relacional de las subjetividades. Por tanto, para que nazca una nueva sociedad organizada territorialmente son necesarios colectivos situados históricamente más allá del capital como modo de control metabólico social, asimismo que el fundamento de los mismas resida en las redes organizadas de consejos comunales y comunas, las cuales como totalidad, sean capaces de llevar adelante el concepto de revolución para alcanzar una sociedad comunal socialista plena.
La historiografía tendría en este caso, como tarea, explicar ideológicamente cómo y por qué funcionan en nuestra sociedad capitalista venezolana las relaciones de poder entre el bloque histórico dominante y el subordinado, cómo inciden las relaciones de producción en la desigualdad social y ésta en la construcción del espacio como mercancía.

Comunas socialistas y economía planificada
La construcción de una sociedad socialista venezolana se ha iniciado a partir de la construcción de un espacio social donde las redes de consejos comunales y de comunas deben constituir la células fundamentales del Poder Popular. En la medida que el proyecto constituyente socialista comunal se desarrolle, tenga éxito y se constituya como una nueva hegemonía cultural, como está enfatizando el Presidente Maduro, su coherencia interna determinará la concreción del proyecto nacional contenido en nuestra avanzada Constitución Bolivariana, la cual reconoce y legitima de jure la existencia de una Sociedad Comunal Socialista que esté al servicio de los intereses de los seres humanos y no de los del capital.
En aquel sentido, una economía planificada en términos de la Revolución Comunal Bolivariana, debe servir para el logro de los intereses colectivos, no de los individuales, prescindiendo de los intereses de los mercados para el diseño de la asignación de recursos, creando un entorno descentralizado, dominado por el poder popular comunal, que legisle efectivamente sobre los instrumentos legales y administrativos que deben regir tanto las relaciones transversales entre la sociedad comunal popular y el Estado socialista, como la participación relacional activa entre los medios socializados de producción, los productores y los consumidores.
Un gobierno socialista debe dar prioridad a lo social, garantizando el derecho de todos los ciudadanos y ciudadanas al empleo, la alimentación, la educación, la salud, la vivienda, como estrategia paea derrotar el desempleo, la pobreza y la exclusión social. Un gobierno socialista es aquel que garantiza a todos los ciudadanos y ciudadanas el pleno disfrute de sus derechos sociales básicos y esenciales a los fines de alcanzar el desarrollo humano integral de todas las personas. Sin embargo, para que las luchas sociales triunfen y puedan lograr aquellos objetivos humanistas, es necesario que los movimientos sociales y los gobiernos socialistas o progresistas hagan frente tanto al imperialismo como a las grandes corporaciones que concentran la propiedad del capital, la producción y la distribución, de los bienes esenciales para la vida, que manipulan los mercados, los precios y la campañas ideologicas de la media internacional, para destruir las economías de los paises que se les oponen, alterando la vida cotidiana de los pueblos para derrocar el gobiernos democrático bolivariano como ocurre en este momento en Venezuela. Para que triunfe el socialismo, es necesario, pues, convertir en polvo las estructuras del capitalismo.

La cultura, condición para el cambio revolucionario
La condición esencial para garantizar la transición de la presente fase de la revolución bolivariana hacia una sociedad comunal socialista, es la formulación de un proyecto cultural educativo destinado a formar los valores sociales, la conciencia crítica y reflexiva que debe animar a las ciudadanas y ciudadanos para que construyan y hagan crecer el socialismo.
Como hemos expuesto en una de nuestras obras dedicada a analizar los contenidos históricos, culturales y sociales de la Revolución Bolivariana, todo Estado nacional incluye en su proyecto político la producción y la reproducción institucionalizada de una cultura, lo que equivale decir, que todo proyecto político es en sí mismo cultural y posee una expresión cultural. Una nación, entonces, como proyecto político, es un hecho cultural.
Es necesario enfatizar que la construcción del socialismo bolivariano, como hemos planteado anteriormente, es parte consustancial de la lucha de clases, de una movilización ideológica donde deben prevalecer los sujetos políticos revolucionarios. Esta movilización ideológica es condición necesaria para que las personas puedan identificar aquel objetivo decisivo como una conclusión que se impone culturalmente a partir de la educación, para que logren definir claramente lo que es posible lograr en esta fase de la lucha y –particularmente- cómo se podría dar la construcción del socialismo.
Es necesario formular una politica cultural de estado dedicada a analizar los contenidos históricos, culturales y sociales de la Revolución Bolivariana; es necesario enfatizar que la condición esencial para garantizar la transición de esta fase nacionalista y revolucionaria hacia una sociedad comunal socialista, debe ser la formulación de un proyecto cultural educativo destinado a formar un sistema de valores sociales, la conciencia crítica y reflexiva que debe animar a los ciudadanos para que construyan y hagan crecer el socialismo.
Para planificar la meta de alcanzar la hegemonía socialista bolivariana, el planificador debe estar consciente que Venezuela no es un país abstracto. El pueblo venezolano es concreto; tiene una historia y una cultura singular cuya dialéctica debe ser aprendida, analizada y asumida para que las decisiones del planificador no vayan a contracorriente de las decisiones del poder popular. Para conformar la Venezuela Revolucionaria, es necesario comenzar a cambiar los términos de referencia social y habituarnos a diseñar los procedimientos e instrumentos necesarios para desarrollar el Poder Popular.
La elaboración de políticas culturales revolucionarias para ganar la mente y el corazón de las y los ciudadanos, distintas a las de la cultura burguesa, es el componente más estratégico para la construcción del socialismo. De ellas depende que logremos concientizar a nuestrios ciudadanos y ciudadanos deshumanizados por el capital alejandolos de sus tradiciones, de su pasado histórico y cultural, de manera que su medio social y natural, su lengua, sus costumbres, sus valores morales y sus ideales les sean extraños, convirtiendolos así en seres disociados sicóticamente por campañas mediáticas que buscan obligarlos a aceptar como suyos los valores culturales del capitalismo norteamericano..

La política de un Frente de Liberación Nacional
En los países subdesarrollados, dependientes y neocolonizados como ha sido el caso de Venezuela, las oligarquías empresariales antipatriotas locales forman el núcleo duro de los enclaves transnacionales que reproducen  la dependencia y su corolario el atraso, hechos que sustentan la hegemonía del actual bloque capitalista. La filosofía empresarial que anima a la mayoría de sus integrantes ha sido: que el gobierno ponga los capitales y los esclavos y esclavas, que somos nosotros, nos ocupamos con nuestro trabajo de acrecentar la tasa de ganancia de los empresarios.
Para combatir esa tendencia perversa, como ya lo inició el Comandante Chávez, el Estado socialista bolivariano debe fundamentar su hegemonía económica y política en la nacionalización total o parcial de los medios básicos de producción, particularmente aquellos dedicados a la producción de energía, el mantenimiento de la soberanía financiera (Banco Central de Venezuela), a la producción de alimentos que sirve de fundamento a la soberanía alimenticia, a la producción de servicios en el área de la comunicación, la información, la cultura y la educación.
En una primera fase, tal como ha hecho el gobierno revolucionario del Presidente Maduro a través de las mesas de diálogo, es necesario, en la presente coyuntura nacional e internacional, hacer alianzas estratégicas - en lo posible- con el sector productivo capitalista que controla el 70% de la economía venezolana. Por otra parte, para construir al mismo tiempo el sector socialista comunal es necesario fortalecer la producción, desmontar el rentismo favoreciendo un sistema socialista construido desde abajo donde el sector social comunal y el poder popular constituyan el fundamento de la nueva hegemonía política y cultural.
Es necesario resaltar el hecho de que la construcción del socialismo en muchos países que como Venezuela se hallan en la periferia del poder capitalista mundial, ha pasado y pasan actualmente por una fase o frente político de lucha por la liberación nacional dentro de la lucha de clases, donde pueden tener cabida igualmente los capitalistas nacionales patriotas y honestos, frentes que de manera similar facilitaron la lucha por la liberación nacional en países como Argelia, Vietnam, Irán, Nepal, China, Nicaragua, El Salvador, etc., entre otros.
Como podemos ver, los movimientos sociales tienen que organizarse como clase en su propio país ya que éste es la palestra inmediata de sus luchas, aunque esta lucha es nacional, no por su contenido, sino por su forma (Marx 1963: 237).
De lo anterior es necesario reconocer que la vía democrática hacia el socialismo designa, no un simple cambio de gobierno, sino un proceso largo, cuya primera fase, si bien implica la impugnación de la hegemonía del capital monopolista, no contempla la subversión radical de todo núcleo de las relaciones de producción, a riesgo de que las oligarquías subsidiadas por el imperialismo estadounidense puedan y logren efectivamente sabotear los procesos revolucionarios como ya ocurrió en Cuba y Nicaragua y como ocurre en este momento de Venezuela.

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