Socialismo 3.0: La experiencia del socialismo en China y sus perspectivas (II) | FUNDACIÓN LONGWAY

por FUNDACIÓN LONGWAY

Wenhua Zongheng (文化纵横)

Edición no. 2  //  junio 27, 2023

Destacada revista de pensamiento político y cultural contemporáneo de China.


Esta serie: "El camino de China desde la extrema pobreza a la modernización socialista" de la rervista Wenhua Zongheng y compuesta por un Editorial y tres artículos, fue publicada en la página web thetricontinental.org/es del 27Jun2023, de donde será tomado el material para ser publicado de manera sucesiva en nuestro Blog-FEVP.


Fundación Longway

La Fundación de Investigación Económica y Social Beijing Longway (北京修远经济与社会研究基金会, Běijīng xiū yuǎn jīngjì yǔ shèhuì yánjiū jījīn huì) se fundó en 2009 con el siguiente propósito: estudiar la crisis de continuidad cultural en la China moderna y promover la confianza cultural y la autonomía cultural en la sociedad china. Las investigaciones de la fundación exploran cómo los cambios en la estructura social de China han configurado el desarrollo cultural del país y han propiciado el surgimiento de nuevas clases sociales con orientaciones culturales y políticas diferenciadas.

Socialismo 3.0: La experiencia del socialismo en China y sus perspectivas” (社会主义3.0–中国社会主义的现实与未来) fue escrito colectivamente por un grupo de investigadores de la Fundación Longway (修远基金), y publicado originalmente en Wenhua Zongheng (文化纵横), número 2 (abril de 2015)..


(...continuación:  Socialismo 2.0 )



Socialismo 2.0

1. La economía política del Socialismo 2.0. Habiendo experimentado y participado en la construcción del Socialismo 1.0, Deng Xiaoping comprendía claramente sus problemas. En contraste con el énfasis de Mao en los objetivos idealistas de “luchar contra el egoísmo y criticar el revisionismo” (斗私批修, dòusī pīxiū), “ser justos y desinteresados” (大公无私, dàgōng wúsī), yy “servir al pueblo” (为人民服务, wèi rénmín fúwù), la larga trayectoria de Deng Xiaoping en el trabajo económico de primera línea tendía hacia una postura más realista. Esta orientación fue evidente durante una reunión con invitados extranjeros en 1979, cuando Deng declaró que era erróneo pensar que la economía de mercado sólo podía existir bajo el capitalismo, y afirmó que el socialismo también podía adoptar una economía de mercado y aprender cosas de los países capitalistas, como los métodos de gestión empresarial(15)
La estrategia de Deng consistía en transformar gradualmente la economía planificada en una herramienta de regulación macroeconómica, instaurar el mecanismo de la economía de mercado e intentar que ésta fuera compatible con la propiedad pública y la distribución en función del trabajo. Esta orientación difería significativamente del Socialismo 1.0, en el que la economía planificada era una base institucional vinculada a la propiedad pública y a la distribución en función del trabajo. En 1984, el Comité Central del Partido Comunista de China publicó la Decisión sobre la Reforma de la Estructura Económica que fue adoptada en la Tercera Sesión Plenaria del XII Comité Central del PCCh, marcando el primer avance en el impasse entre la economía planificada y la economía mercantil(16). Deng elogió esta decisión, afirmando que era un marco político-económico que combinaba los principios básicos del marxismo con la experiencia socialista de China.

Los cambios en el sistema económico básico del país plantearon inevitablemente cuestiones sobre el significado y la interpretación del socialismo, es decir, ¿Cuáles eran sus elementos clave y sus características? Aunque era necesario aclarar a nivel teórico la coherencia de estas reformas con el socialismo, Deng propuso que el partido dejara a un lado los debates teóricos y se centrara en cambio en fijar objetivos concretos y trazar el rumbo de la nueva dirección de desarrollo del país. Por lo tanto, al promover la reforma económica, Deng hizo ajustes a la teoría de las etapas históricas del desarrollo adoptada durante el periodo del Socialismo 1.0. La idea que propuso el XIII Congreso Nacional del PCCh en 1987 fue que China se encontraba en la “etapa primaria del socialismo” (社会主义初级阶段, shèhuì zhǔyì chūjí jiēduàn)(17), en el que la tarea principal era desarrollar las fuerzas productivas y establecer una estrategia de desarrollo económico en tres etapas para lograr un nivel de vida relativamente bueno para el pueblo y realizar la modernización socialista antes del centenario de la revolución. En 1992, el XIV Congreso Nacional del PCCh declaró que la reforma de China se orientaba hacia la construcción de una economía socialista de mercado, lo que suponía un cambio respecto a la concepción clásica del socialismo, al dejar de insistir en que era necesaria una economía totalmente planificada para garantizar la propiedad pública y la distribución en función del trabajo. Se introdujeron los correspondientes ajustes en la teoría de las etapas históricas del desarrollo, que fue aclarando que era necesario construir una economía socialista de mercado durante la etapa primaria del socialismo. En conjunto, estos desarrollos teóricos constituyeron la base del socialismo con características chinas.



2. Desafíos del Socialismo 2.0. Durante el periodo de reforma y apertura, la industria china creció rápidamente gracias a la activación de la demanda interna y al acceso a la inversión extranjera mediante la incorporación al mercado mundial. Apoyada por la circulación económica nacional e internacional, la industrialización se embarcó en un proceso sostenido de desarrollo autónomo y crecimiento a gran velocidad, dejando atrás la etapa de acumulación industrial y entrando en la de modernización industrial.

En la economía socialista de mercado, según Deng, el mercado era sólo un medio para hacer realidad la visión socialista de construir una “sociedad moderadamente próspera” (小康社会, xiǎokāng shèhuì) y alcanzar la “prosperidad común” (共同富裕, gòngtóng fùyù). Sin embargo, el rápido desarrollo de la economía de mercado hizo que esta visión se enfrentara a problemas cada vez mayores.

En primer lugar, el marco teórico de Deng carecía del apoyo de una narrativa histórica convincente, es decir, no ofrecía un camino claro por el que discurriría el desarrollo socialista de China, generando una debilidad en el nuevo paradigma ideológico del partido. La teoría socialista de la era Deng añadió un nuevo segmento a la narrativa histórica esbozada por Mao en Sobre la nueva democracia, insertando la etapa primaria del socialismo en la transición propuesta del socialismo al comunismo. Sin embargo, esta formulación de la etapa primaria del socialismo no dio respuesta a dos preguntas fundamentales: ¿Existe una fase avanzada del socialismo que siga a la fase primaria? y ¿Cómo conduce este camino en última instancia al comunismo? En aquel momento, el partido no tenía ni la capacidad ni los recursos para responder a estas preguntas, y sólo podía posponer la cuestión no discutiéndola.

En segundo lugar, el Socialismo 2.0 también se enfrentaba a serias dificultades en términos del sistema económico básico. La preocupación central de la teoría de la economía socialista de mercado era si la economía de mercado y el socialismo podían ser compatibles entre sí. El socialismo, como forma de propiedad, se caracteriza por la propiedad colectiva y pública, mientras que el mercado teóricamente asigna los recursos, con los tipos de productos y las escalas de producción de las diferentes empresas basadas en señales de precios determinadas por las fuerzas de la oferta y la demanda. Por consiguiente, en teoría, las diferentes formas de propiedad deberían ser compatibles con el mercado. Los partidarios de la economía de mercado socialista afirmaban que el socialismo podía desarrollar una economía de mercado en lugar de la economía planificada, conservando al mismo tiempo los dos elementos básicos del socialismo: la propiedad pública y la distribución en función del trabajo. La economía de mercado, sin embargo, empezó a disolver en la práctica estos dos principios socialistas. A finales de la década de 1980, el sector comercial de China se privatizó gradualmente y, a partir de 1992, una gran cantidad de inversión extranjera se introdujo en el país y la propiedad privada de la producción comenzó a expandirse. En 1997, el PCCh adoptó la política de “agarra los grandes y deja ir a los pequeños” (抓大放小, zhuādà fàngxiǎo), centrada en mantener el control estatal sobre las empresas públicas más grandes y estratégicamente importantes, como la energía y la banca, al tiempo que aflojaba el control sobre las más pequeñas y no estratégicas, como la industria ligera; las reformas llevadas a cabo en el marco de esta política condujeron a la privatización generalizada de las empresas públicas de los diferentes municipios, a una gran pérdida de activos estatales, a la exposición de la clase trabajadora a las fuerzas del mercado y al distanciamiento del partido de su clase de base. Al mismo tiempo, se pasó del principio de distribución en función del trabajo a la distribución en función de otros factores como el capital, la tierra y la tecnología, que, debido a su escasez, a menudo tenían una posición más ventajosa en las transacciones de mercado que el trabajo. La extrema priorización de la eficiencia económica magnificó las ventajas de estos otros factores sobre el trabajo y abusó de ellas. Esto condujo inevitablemente a una compresión de la parte del excedente distribuido a la mano de obra, a una separación cada vez mayor de los trabajadores de los medios de producción y a un deterioro continuo de las condiciones de vida de los trabajadores (tendencia esta última agravada por la falta de servicios públicos adecuados). Si los costos de los primeros treinta años de industrialización se distribuyeron uniformemente entre toda la población gracias a la poderosa voluntad del Estado, los costos de la reforma orientada al mercado de los treinta años siguientes recayeron en mayor medida sobre la gente corriente.


Socialismo 3.0: Hacia el futuro

Tanto la experiencia del Socialismo 1.0 en las tres primeras décadas tras la revolución como la del Socialismo 2.0 en las tres décadas posteriores demuestran cómo se integraron en China, los ideales y creencias socialistas con las realidades del país. Por ello, es irracional que China se aleje radicalmente de la senda socialista. China se enfrenta, sin embargo, al reto de no disponer de un modelo externo que pueda servir de base al Socialismo 2.0. Conforme ha evolucionado el panorama político-económico internacional y han cambiado las formas de producción, tanto la vía europea occidental de la socialdemocracia como la estadounidense del rechazo total del socialismo han entrado en crisis debido a sus contradicciones inherentes. Por lo tanto, la reforma de la vía socialista de China debe basarse en su experiencia.

Basarse en su experiencia no significa aislar al país del mundo exterior. Al contrario, la realidad fundamental de la China contemporánea es su profunda integración con el mundo exterior. Por ello, los debates sobre el socialismo en China deben tener en cuenta el trasfondo de los cambios políticos y económicos mundiales. Al igual que Marx hizo grandes esfuerzos por analizar y comprender la lógica interna y el funcionamiento del capitalismo industrial moderno a mediados y finales del siglo XIX, hoy es necesario analizar y comprender en profundidad la lógica interna y el funcionamiento de la forma de producción contemporánea y su transformación. Sólo se puede actuar racionalmente en la dirección de esta transformación y, en los momentos y coyunturas decisivos, se deben tomar decisiones relativamente razonables basadas en las condiciones históricas dadas. Para China, el socialismo no puede limitarse al manifiesto del partido gobernante, sino que debe ser también un concepto y un recurso práctico para repensar la participación pública y remodelar su comunidad política. En medio del nuevo panorama mundial y del auge de nuevas formas de producción, debe considerarse seriamente la nueva dirección del socialismo.

Los principios básicos del Socialismo 1.0 -la economía planificada, la propiedad pública y la distribución en función del trabajo- se construyeron reflexionando sobre el modelo de producción en masa y mejorándolo. La base de la producción en masa es el trabajo colectivo: los trabajadores se reúnen en un lugar de trabajo común y trabajan juntos para manejar los medios de producción para ensamblar y producir bienes. Los principios del Socialismo 1.0 pretendían permitir a los trabajadores controlar los medios de producción sobre la base del trabajo colectivo para librarse de la explotación de la burguesía y mejorar la estructura del trabajo y las condiciones de vida de los trabajadores. El Socialismo 3.0 debería explorar nuevos enfoques para corregir los abusos causados por la posición dominante del capitalismo en la economía mundial, centrándose en mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y aumentar su control sobre los medios de producción, reconociendo al mismo tiempo la necesidad de una economía de mercado. Es necesario limitar los abusos del capital y mejorar el estatus de la mano de obra en el proceso de producción en China, de acuerdo con la dinámica de la industrialización y, en última instancia, construir un modelo de industrialización más inclusivo y justo. Obviamente, este objetivo no puede alcanzarse mediante el ajuste espontáneo del mercado y requiere que el Estado garantice y mantenga su liderazgo en la esfera económica.

El Estado chino ha mostrado desde el comienzo de la revolución una cierta singularidad, al poseer múltiples poderes ejecutivos que penetran en la economía, la política y la sociedad del país. Incluso después de las reformas administrativas del Socialismo 2.0, el Estado ha conservado cierta iniciativa económica, no sólo en sus políticas públicas, sino especialmente en sus empresas estatales y en el sistema estatal de tierras.

Mientras emprende una tarea de tal envergadura, el país también debe estar alerta contra una mayor burocratización que pueda derivarse de los esfuerzos por regular la producción. Para seguir dirigiendo al pueblo chino, el PCCh debe utilizar eficazmente su poder y sus recursos para reestructurar las relaciones de producción y promover los intereses de la clase obrera, obteniendo así el apoyo del pueblo. En la era del Socialismo 1.0, el PCCh distribuyó los medios críticos de producción -la tierra- entre el campesinado y creó la clase obrera mediante la industrialización. Como resultado, los intereses generales del PCCh y del pueblo estaban alineados, y la base social del partido era sólida. Sin embargo, en la era del Socialismo 2.0, el PCCh introdujo y desarrolló la economía de mercado e hizo de la eficiencia el principio básico para guiar la asignación de recursos, animando a los individuos a enriquecerse. Este enfoque cubrió las “crecientes necesidades materiales y culturales del pueblo” (人民群众日益增长的物质文化需求, rénmín qúnzhòng rìyì zēngzhǎng de wùzhì wénhuà xūqiú), pero también sentó las bases para una grave crisis. Para reconstruir hoy sus cimientos sociales, el PCCh no sólo debe hacer ajustes en sus políticas de bienestar social, sino también regenerar sus cimientos de clase mejorando integralmente las condiciones de vida de la clase obrera, logrando una distribución más equilibrada de la renta en todo el país, mejorando la posición del trabajo en el sistema industrial y limitando los abusos del capital.

Hay que reconocer que, además del ámbito económico y social, los valores e ideales inherentes al socialismo constituyen un importante recurso para China como comunidad política y cultural. La razón de la rápida aceptación y difusión de las ideas socialistas en la China moderna no reside únicamente en su estrecha relación con el ideal tradicional chino de “gran unidad” (incluso hoy, muchos chinos derivan su comprensión del socialismo de este concepto cultural), sino también en que la narrativa socialista de las etapas históricas de desarrollo fue adaptada con éxito al contexto chino por Mao y otros. El socialismo ha alcanzado la unidad de conocimiento y creencia precisamente en esta narrativa.

En un país socialista, la narrativa materialista histórica del desarrollo es informativa y esclarecedora. Puede decirse que esta narrativa histórica desempeña un papel en el mantenimiento de la fe pública en el sistema político y la trayectoria del desarrollo nacional en países no religiosos como China, del mismo modo que la tradición cristiana desempeña un fuerte papel político en las democracias liberales de Estados Unidos, Europa y otros países occidentales. Resulta necesario para un gran país como China desarrollar un conjunto de valores e ideales comunes que se reflejen en procesos políticos y económicos reales y no en mera propaganda ideológica. En un contexto histórico en constante cambio, China debe movilizar sus tradiciones e ideales culturales para remodelar y revitalizar sus valores comunes con el fin de garantizar la supervivencia del país y guiarlo en la dirección correcta.

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Notas

(15)  Deng Xiaoping, “El socialismo también puede practicar la economía de mercado”, en Textos escogidos de Deng Xiaoping, Vol. 2 (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1995), 261-266,

(16)  XII Comité Central del Partido Comunista de China, “Decisión del Comité Central del Partido Comunista de China sobre la Reforma de la Estructura Económica” [Decisión del Comité Central del Partido Comunista de China sobre la reforma de la estructura económica], Beijing Review [Revista de Pekín] 27, nro. 44 (octubre de 1984),

(17)  Deng Xiaoping, “En todo hay que partir de la realidad de la etapa primaria del socialismo”, en Textos escogidos de Deng Xiaoping, Vol. 3 (Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1994), 260-261,

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Bibliografía

Deng Xiaoping. “El socialismo también puede practicar la economía de mercado”. En Textos escogidos de Deng Xiaoping, Vol. 2, 261-266. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1995.

Deng Xiaoping. “En todo hay que partir de la realidad de la etapa primaria del socialismo”. En Textos escogidos de Deng Xiaoping, Vol. 3, 260-261. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1994.

Mao Zedong. “La linea general del partido para el periodo de transicion”. En Obras escogidas de Mao Tse-tung, Vol. 5. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1977.

Mao Zedong. “La revolución China y el Partido Comunista de China”. En Obras escogidas de Mao Tse-tung, Vol. 2. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1968.

Mao Zedong. “Sobre la nueva democracia”. En Obras escogidas de Mao Tse-tung, Vol. 2. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1968.

Mao Zedong. Una crítica de la economía soviética. Traducido por Eduardo L. Suárez. México: Fondo de Cultura Económica, 1982.

Twelfth Central Committee of the Communist Party of China [XII Comité Central del Partido Comunista de China]. “Decision of the Central Committee of the Communist Party of China on Reform of the Economic Structure” [Decisión del Comite Central del Partido Comunista de China Sobre la Reforma de la Estructura Económica]. Beijing Review [Revista de Pekín] 27, no. 44 (octubre 1984).




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